martes, 25 de agosto de 2015

Tokio (parte II) Fin del viaje.

¡Los días restantes en Tokio y en Japón los despedimos como se merecen!

Dedicamos un día a ir a DisneySea, un parque temático situado en el mismo resort que Disneyland  tiene en Tokio pero con vistas a un público más adolescente y adulto, no tan infantil. El parque tiene un lago central y un volcán, está dividido en puertos y se centra en diferentes películas o personajes como La Sirenita, Aladdin, Indiana Jones, Toy Story, 20 mil leguas de viaje submarino... incluso tiene una réplica del buque Columbia anclado en el puerto de Nueva York (que fue el primer buque estadounidense en circunnavegar el mundo). Durante el día nos llovió un poco, pero eso no nos impidió disfrutar de los espectáculos, repetir atracciones y alucinar con el consumismo de los demás visitantes. 













 La gente que va al parque lo hace disfrazada de algún personaje o con outfits conjuntados en grupo. Todos, de verdad, todos llevaban peluches de un osito para nosotros, ¡oh qué ignorantes!,  era desconocido. Y es que en Japón el merchandising Disney es un verdadero filón. El osito Duffy, así se llama, se lo regalan entre parejas o mejores amigos. Era curioso ver a chicas llenas de peluches en las colas, o novios andando juntos repletos de Duffys como bolsa, mochila, llaveros...





Los días siguientes los dedicamos a visitar el templo Senso-ji en Asakusa, quisimos dejar lo mejor para el final. Fuimos con gente y sin gente, y obviamente no hay comparación. Este templo está dedicado a la diosa budista de la misericordia Kannon. Dice la leyenda que dos pescadores se la encontraron en el río y a pesar de volverla a introducir en el agua, siempre volvía a ellos. Finalmente descansa en ese santuario desde el 628 dC.







También paseamos por el gigantesco mercado de pescado de Tsukiji y probamos el mejor sushi del mundo mundial. Tenían los peces vivos e iban cortando sus lomos en el momento de servir, toda una salvajada (deliciosa, eso sí) no apta para todos los públicos. El mercado tiene una zona de mayoristas que puedes visitar donde se hace la famosa subasta del atún, un mercado exterior y toda una red de callejones con pequeños restaurantes de barra para comer.




Wasabi




La última tarde se la dedicamos a hacer algunas compras, ir a probar una máquina en los recreativos, pasear y cenar por Shinjuku y mentalizarnos para las horas de vuelo que nos quedaban para regresar a casa (casi 17h de nada...)











Eli y Xavi (escribiendo desde Barcelona y superando el jetlag)

* Per matinar. Per canviar el llibre d’estiu per la lonely. Per les reflexions culturals i restes d’anades d’olla. Per les hores de vol. Per oblidar els horaris de menjar. Per tenir sempre un somriure a la cara. Per fer conyes a les esperes més llargues. Per passar calor (i molta!). Per viatjar amb una freak de la història. Per entendre els mapes i transports com ningú. Per dedicar un estiu més a fer realitat un somni. Per ser el millor company de viatge i vida.



Gràcies Xavi.

sábado, 22 de agosto de 2015

Tokio (parte I)

Dedicamos casi una semana a esta gran ciudad y aún nos quedó muchísimo por ver. Tokio es inabarcable y es una de esas ciudades que todo el mundo debería visitar una vez en la vida. Son trece los millones de habitantes que viven repartidos en los 23 barrios del "centro" (su área metropolitana supera los 36 millones de habitantes). Así, como si nada. 

Llegamos al anochecer en la maravilla del tren bala, nos las vimos para empezar a aclararnos con las líneas de metro, probamos el primer ramen tokiota y a descansar para coger fuerzas.

El primer día decidimos visitar el templo Meiji-jinju, el santuario sintoísta más grande de Tokio. La torii de la entrada se creó con un ciprés de 1500 años y se dice que fue el propio emperador Meiji quien diseñó el jardín para su emperatriz.





Aprovechando la cercanía, paseamos por takeshita-dori, una calle con tiendas de cosas frikis donde se pasea gente de lo más variopinta. Y entramos en Kiddyland, una tienda de varios pisos de personajes icónicos y cosas kawaii (lo que aquí vendría ser tierno, cursi y ñoño). 








Más tarde, nos dirigimos a Shinjuku y subimos a ver las vistas de la ciudad des del edificio del gobierno. Paseamos por Shinjuku y después por Shibuya (con el famoso cruce incluído) y vimos la estatua de Hachiko, un perro que esperó el regreso de su amo fallecido más de diez años. Ahora es un punto de encuentro (como para los barceloneses quedar en el Triangle). 







El día siguiente empezamos por ver los 333 metros de la Torre de Tokio y nos enteramos que casi una tercera parte del acero empleado en su construcción procede de chatarra recuperada después de la II Guerra Mundial.  Cerca de la torre se encuentra el templo de Zojo-ji que guarda  tumbas de seis shogunes Tokugawa. 









Por la tarde, visitamos el Museo Nacional de Tokio que es simplemente espectacular y, esta vez sí, fuimos a una karaoke a echar unas risas, toda una experiencia muy recomendable.





Eli y Xavi (preguntándose a diario cómo pueden organizarse TAN bien TANTA gente junta)